🍏 La alimentación sí influye, pero no es el único factor.
El cáncer es una enfermedad compleja que aparece por la combinación de varios elementos: genética, ambiente, estilo de vida, edad, factores hormonales y también alimentación. Esto significa que lo que comemos no determina por sí solo si vamos a tener o no cáncer, pero sí puede aumentar o reducir el riesgo.
🥦 Prevención y riesgo.
Una dieta equilibrada y rica en frutas, verduras, legumbres, cereales integrales y grasas saludables se ha relacionado con un menor riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer (como colon, mama o estómago). En cambio, una alimentación con exceso de carnes procesadas, azúcares añadidos, alcohol o ultraprocesados puede aumentar el riesgo.
💪 Durante la enfermedad.
Cuando ya existe un diagnóstico de cáncer, la nutrición cobra todavía más importancia porque:
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Ayuda a mantener la energía y la fuerza para afrontar los tratamientos.
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Contribuye a reducir complicaciones y a mejorar la recuperación.
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Puede ayudar a tolerar mejor los efectos secundarios (náuseas, fatiga, pérdida de apetito…).
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Favorece un mejor estado inmunitario y emocional.
📊 Evidencia científica.
Las sociedades médicas y organismos internacionales (OMS, Sociedad Americana de Oncología Clínica, Sociedad Española de Oncología Médica) coinciden en que la nutrición es un pilar clave de la prevención y del acompañamiento durante el cáncer. No sustituye a los tratamientos médicos, pero sí los complementa y potencia.
✨ Conclusiones
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✅ La alimentación influye en el riesgo de cáncer, aunque no es el único factor.
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✅ Una dieta equilibrada puede proteger, mientras que hábitos poco saludables pueden aumentar el riesgo.
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✅ Durante el tratamiento, la nutrición ayuda a tener más fuerza, tolerar mejor los efectos secundarios y recuperarse antes.
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✅ No existen “dietas milagro”, pero sí evidencia científica que respalda la importancia de comer bien como apoyo al tratamiento.