El ejercicio físico adaptado es una de las intervenciones más recomendadas dentro de la oncología integrativa. Lejos de ser peligroso, el movimiento adecuado ayuda a la paciente a sentirse más fuerte, con más energía y con mejor tolerancia a los tratamientos.
1️⃣ Beneficios físicos comprobados
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💪 Mejora la fuerza y la masa muscular
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Previene la pérdida de músculo asociada a la inactividad y a algunos tratamientos.
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🫁 Aumenta la resistencia y la capacidad cardiovascular
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Ayuda a mantener la forma física y a reducir la fatiga.
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🦴 Protege los huesos
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Ejercicios de impacto controlado reducen el riesgo de osteoporosis inducida por algunos tratamientos.
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🛡️ Refuerza el sistema inmunitario
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El ejercicio moderado mejora la respuesta de las defensas del organismo.
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2️⃣ Beneficios emocionales y psicológicos
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🌞 Disminuye la fatiga y el cansancio
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El movimiento regular ayuda a combatir la astenia, uno de los síntomas más comunes.
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🙂 Mejora el estado de ánimo
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Reduce ansiedad, estrés y depresión gracias a la liberación de endorfinas.
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😴 Favorece el descanso nocturno
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Contribuye a regular el sueño y a combatir el insomnio.
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🌟 Aumenta la autoestima
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La paciente se siente activa y con más control sobre su vida.
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3️⃣ Recomendaciones prácticas
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👟 La actividad debe ser adaptada a cada paciente, según su estado físico y el tratamiento recibido.
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🏃♀️ Ejemplos: caminar, bici estática suave, ejercicios de fuerza con bandas elásticas, yoga o pilates adaptado.
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⏱️ Se aconseja 30 minutos diarios de actividad moderada, ajustando la intensidad según la tolerancia.
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👩⚕️ Siempre bajo la supervisión del equipo médico o un especialista en ejercicio oncológico.
✅ Conclusiones
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El ejercicio físico adaptado es seguro y beneficioso durante el tratamiento del cáncer.
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Mejora la fuerza, la energía, el sistema inmune y la salud emocional.
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La clave está en individualizar la actividad y realizarla bajo supervisión profesional.